“Es verdad que los grupos tienen que ver con la adolescencia. Y los ritos de paso han ido desapareciendo. Los ritos de paso o ritos de iniciación (van unidos, aunque los antropólogos los distinguen) eran modos de acoger al adolescente a la hora de abandonar la infancia. Los ritos de iniciación se referían fundamentalmente a la vida sexual, distribución de los papeles de los distintos sexos, mujer y hombre…”
Introducción a la sesión de la Adolescencia y Fenómenos de Grupo
El seminario que a continuación transcribimos fue impartido por Francisco Pereña y tuvo lugar en Madrid en enero de 2020.
Con él hacemos un recorrido desde el mundo antiguo griego hasta nuestros días, para reflexionar sobre la delicada cuestión de si existe una posibilidad para el adolescente actual de acogimiento dentro de esta sociedad y cómo puede darse -o no- dicho acogimiento en el espacio íntimo de la familia.
Con esta doble mirada, Pereña nos acerca a las muy diversas respuestas que los adolescentes están pudiendo dar y que observamos como complejos fenómenos sociales: violencia en bandas, violaciones en grupo, ecologismo, ONG, movimientos anti y por fuera del sistema, etc.
Y concluye descendiendo hacia la clínica para poner el foco sobre el sujeto en su particular vivencia de acogimiento y dependencia infantil. Rescata la importancia de que el analista escuche la respuesta que ha dado el paciente a esta experiencia y de ayudarle a verse en su posibilidad de vivir, que pasará por la elaboración y articulación de su demanda inconsciente, una de las ideas centrales de la Clínica del Sujeto que él nos propone.
Sonia Fernández Fernández
Clínica del sujeto: Los fenómenos de grupo (Enero 2020)
Francisco Pereña
INTRODUCCIÓN DE PIEDAD RUIZ: En la conferencia “El grupo en la época de la sociedad disociada”[1] planteas que actualmente los grupos se forman por fuera del ámbito institucional, porque son los propios grupos los que han de formar su cohesión. Ahora bien, si actualmente faltan ideales reguladores, entonces han de fundarse en la desnuda agresividad. Estas son dos afirmaciones de esta interesante conferencia. Es decir, o terminan en la desnuda agresividad o se pueden constituir como grupos marginales, véase las ONG o los movimientos feministas o ecologistas.
Me interesa saber cómo este fenómeno está incidiendo en la adolescencia. El adolescente se confronta de manera paradigmática al vacío pulsional, es decir, a la angustia ante la sexualidad traumática y la ruptura de la cohesión yoica, entendiendo en este caso por vacío pulsional ambas cosas. Muchos autores que han estudiado la adolescencia, véase Peter Bloss, Pierre Mâle y otros, han insistido, tomando la terminología freudiana, en el paso del yo ideal al Ideal del yo para caracterizar el paso del mundo de la familia a la vida social, sin el amparo de la dependencia infantil y desde la más radical soledad de su propio deseo.
Si han desaparecido los ideales reguladores en los que se sostenían las identificaciones de los adolescentes en otras épocas, ¿en qué tipo de identificaciones se sostienen hoy?, ¿es necesario pensar al adolescente como desidentificado y/o disociado? ¿No crees que los adolescentes de todas las épocas han rechazado esos mismos ideales reguladores? Hoy también son adolescentes los que vemos en las calles en cualquier revuelta. En las revueltas de Haití han muerto ya 70 jóvenes, pero también en Chile, Colombia, Hong Kong, Madrid, etc. ¿Qué tipo de identificaciones son posibles para el adolescente actual si han estallado todas los referentes identitarios? Véase la identidad sexual, los modelos de familia, la era Internet, etc. A la vez, si la identidad es difícil pensarla sin agresividad, ¿cómo pensar los fenómenos de grupo en la adolescencia actual?
En la conferencia citada además hablas del criterio ético del que adolece la sociedad si sólo se sostiene en el daño ¿Cabe pensar entonces la necesidad de sectas o la proliferación de las llamadas “manadas” entre gente muy joven? O también en los movimientos antisistema. O, desde un punto de vista menos destructivo, la cantidad de conciertos de música que se han convertido en el único lugar de encuentro. A falta de identificaciones, ¿la única salida o posibilidad para el adolescente es tener su propio criterio? Ahora bien ¿qué elementos constituirían dicho criterio?
FRANCISCO PEREÑA: No sé si habéis leído la conferencia. No voy a repetirla, solamente voy a recordar que mi propósito era abrir un espacio para pensar lo que está pasando en los grupos -no estaba dirigida a hablar de la adolescencia- en la sociedad moderna, que yo decía disociada. Me viene bien hablar de adolescencia porque el fenómeno de disociación es muy habitual en la adolescencia.
Sin hacer juicios de valor, cada época tiene su maldad como decía Voltaire. Ésta creo yo es la primera vez en la que el lazo social es atacado por la misma sociedad. Eso sí que me parece realmente novedoso.
Es verdad que el poder cohesiona y por eso la base del grupo está en el fantasma sadomasoquista, como ya he repetido muchas veces, porque efectivamente es un vínculo en el que está el poder y la protección unidos al daño (sin entrar en daños traumáticos, el trauma lo coloco mucho más del lado de la angustia). Entonces en principio el fantasma sadomasoquista es una organización primaria del vínculo. En la idea infantil de protección está que el otro puede hacer daño, el que me protege es el poder. Es la idea básica de la religión. La religión es un monumento al fantasma sadomasoquista.
Esa cohesión ha tenido a lo largo de la historia sus diversas modalidades. En la mencionada conferencia yo señalaba una más inspirada en la política y otra más inspirada en la religión. La religión ha sido un componente fundamental del vínculo social, puesto que creaba un tipo de trascendencia que daba un fundamento a la sociedad laica, al poder del Estado. Esto se rompe en la modernidad.
Me gustaría señalar una vez más algo que he señalado a veces respecto a Aristóteles, cuando se plantea la amistad y la política, la ética, plantea un problema irresoluble que permite arrojar una luz a todo lo que vino luego ¿Es posible una sociedad del amor o el amor está fuera de la sociedad? La política de la amistad que propugna Aristóteles es un ideal imposible. En la medida en que hay política no hay amor. Esto se vio no tanto en Grecia como en el Imperio Romano. Por esa razón la Iglesia cumple una función fundamental que es el intento de organizar un tipo de poder donde el amor esté incluido a través del amor a Dios o los grupos religiosos donde el amor es una palabra muy repetida.
En el eje de lo político el amor es una irracionalidad o una debilidad, etcétera, etcétera.
Entonces la Iglesia cumplía una función fundamental en relación con el fantasma sadomasoquista porque reunía la protección y el ideal del amor.
En la modernidad con la aparición del Estado-nación hay separación Iglesia y Estado. Por primera vez en la historia de occidente y entonces ahí viene el lío de cuál es el fundamento del Estado si no es Dios. Y viene la teoría del pueblo, pero pasa como con la paradoja del contrato social. Es fundamental que haya sociedad para que haya contrato social.
Hegel lo dice: al pueblo lo crea el Estado, pero a la vez el pueblo es el fundamento del Estado. La misma paradoja que rige toda la filosofía política de la modernidad.
Esto va unido a la aparición de la burguesía y el capitalismo. Y surge en los grandes autores del capitalismo, como fueron Mandeville y Adam Smith, el egoísmo como una virtud. Nunca se había dado en la historia la tesis de que la sociedad se basa en el egoísmo. No sé si habéis leído de Mandeville “La fábula de las abejas”. Es un libro maravilloso donde descubre la gran mentira y la gran hipocresía del capitalismo y, sobre todo, su cinismo.
Adam Smith era más ingenuo que Mandeville. Dice Smith que el capitalismo funciona bien porque se rige por el egoísmo. Entonces ya ni Iglesia ni Estado ¿no? Es lo que llama él la mano invisible del Mercado. Es mentira. Si es verdad que el egoísmo es una regulación natural y espontánea de los mercados ¿para qué hace falta el Estado? La política es una pura contradicción que termina en pura desfachatez. Se necesita un Estado para mantener la mano invisible del Mercado. Es una paradoja del estado moderno.
Estos señores no eran unos tontos, pensaban y es verdad que el egoísmo señala un tipo de sociedad donde no están los ideales del amor en juego. En todo caso la familia que empieza a ocupar un lugar más separado de la sociedad -hecho que no pasaba en las sociedades antiguas-, en función de la reproducción de mercancías productivas y en función de los afectos, es quien administra los afectos.
Al introducir los grandes teóricos del capitalismo la idea de egoísmo y del mercado, la sociedad se va desangrando. No sólo en el sentido del amor sino de la solidaridad, como aparecía en la filosofía política de Tomás de Aquino. La solidaridad era un modo de vínculo social. No era simplemente una prédica moral.
Todo esto con las tesis de Adam Smith y de Mandeville, Locke y otros muchos, la política de la amistad de Aristóteles o los ideales kantianos de regulación de la justicia no valen. Y empieza el crimen organizado como yo lo llamo. Para ganar dinero puedes robar, matar… El ejemplo de Mandeville de cómo un señor se ha enterado de que viene una partida de algodón de Jamaica y uno se entera antes que otro que ha naufragado, compra todo el algodón que hay en el mercado para venderlo al día siguiente al triple. Eso lo hace alguien en su vida con un amigo y dices “es un sinvergüenza”. Pues para ellos eso era la ley del Mercado.
Y la sociedad se va descomponiendo. Y el amor divino y las sectas dejan paso a los partidos políticos que se forman a partir de la Revolución Francesa de un modo muy peculiar donde introducen como vínculo social los insultos. España es un país esperpéntico en ese sentido, un Estado sin nación, que se crea desde fuera.
Es un tipo de formación colectiva donde está el rencor y el odio en nombre de la racionalidad. Igual que Adam Smith defiende el egoísmo en nombre de la racionalidad. Aquí se insultan, hay bellaquería, en nombre de la racionalidad.
Es verdad que los grupos tienen que ver con la adolescencia. Y los ritos de paso han ido desapareciendo. Los ritos de paso o ritos de iniciación (van unidos, aunque los antropólogos los distinguen) eran modos de acoger al adolescente a la hora de abandonar la infancia. Los ritos de iniciación se referían fundamentalmente a la vida sexual, distribución de los papeles de los distintos sexos, mujer y hombre. No podemos vivir sin ritos. El rito es clave en la cohesión social. Ya el bebé necesita el rito para no sucumbir a la angustia. El rito protege de la angustia traumática. Sin el rito el miedo se hace el protagonista. Pues bien, hoy los ritos han desaparecido, por lo cual el adolescente está expuesto al mayor desconcierto y a la mayor angustia que le empuja a buscar alguna pertenencia por fuera de las instituciones. Se tatuará, se vestirá de determinada manera, pero el problema es que el vínculo grupal ha de crearlo por fuera por fuera de una sociedad disociada, sometida a un sistema que ataca el propio lazo social.
Como ya he explicado muchas veces un grupo se crea contra un enemigo. Eso se ve muy bien en la formación de la Nación en la Modernidad. El problema es que cuando se disocia la sociedad empieza a faltar cohesión social y entonces los grupos tienen que fundarse a sí mismos. Ya no son los grupos paramilitares o los nazis. No, tienen que fundarse a sí mismos y para eso tienen que crear su propio enemigo. Estas son las bandas.
La otra modalidad de grupo es la secta. El modelo de secta se funda dentro de la Iglesia. Es el clan de los puros -ahora están los veganos-, que crean una modalidad de grupo bajo el formato de secta. No lo digo contra nadie. Intento pensar estos espacios. Como la secta de los esenios en la época de Jesucristo o el monacato del siglo tercero y cuarto, los eremitas o las órdenes mendicantes en la Edad Media. Eran grupos cada vez más puros.
Las manadas son otra modalidad que se da en la modernidad y que tiene que ver con la aparición de la mujer deseante. Podemos preguntarnos si antes no existía. Aparece ahora que las mujeres no se definen por la dependencia sino por su deseo. Eso cuestiona el Estado, siempre lo he dicho. En el libro que acaba de salir lo vais a leer[2]. El Estado está basado en el monoteísmo fálico. Poner a la mujer con envidia de pene eso es el Estado.
Entonces ¿cómo reducirla al estado de puta? Siempre han sido así las manadas. Los hombres reunidos para burlarse de las mujeres. Alimentan su virilidad con el insulto a la mujer. Cuando la mujer descolora al hombre en su virilidad, los hombres se unen para prostituir a la mujer convirtiéndola en un objeto. Eso es la manada.
Efectivamente hay otros grupos. Están por ejemplo las ONG, los sucedáneos de grupos solidarios que son los que, de alguna manera, recuperan la famosa ley de la hospitalidad de los griegos. Ya he explicado que esta ley era un corrector de la ley de la polis. Ya los griegos sabían que la polis tiene un componente de crueldad y para protegerse de la crueldad estaba la ley sagrada de la hospitalidad o ley no escrita que aparece en las tragedias griegas como en Edipo en Colono de Sófocles. No puede entrar Creonte a por Edipo porque está bajo la protección de Teseo.
Estos grupos recuperan la ley de la hospitalidad como ideal regulador. Son los que tienen mi simpatía porque recuperan un componente esencial del vínculo colectivo que es la solidaridad.
Si pasamos ahora a la adolescencia vemos que las bandas son adolescentes. Las manadas tienen vocación adolescente. En principio, la manada de por sí encajaría en una afirmación de la virilidad adolescente, en esta desolación del adolescente en este tipo de sociedad.
Sin embargo, no hay muchos adolescentes en las ONG. Y la ONG sería una salida por la vía de la solidaridad del adolescente.
En una comida con amigos en la que estuve hace poco tuve que irme por los insultos a las ONG: que robaban el dinero, que hacían orgías sexuales… Había una inquina, un deseo de destruir, de desacreditarlas. Tiene sentido porque el Estado puede tender a desacreditarlas porque de alguna manera denuncian al Estado. Pero no sólo al Estado, también a los ciudadanos. Como en aquel poema de Bertolt Brecht que siempre cito, “El mensajero de la desgracia”, donde dice que el exiliado, el marginado, es odiado porque es el mensajero de la desgracia. Es el que delata la desgracia que todo el mundo está velando y ocultando.
Y yo supongo que las ONG son mensajeros de la desgracia y la sociedad no lo soporta. Y van a por ellos.
Con todo esto tenemos a los adolescentes en la más absoluta soledad.
[1]Conferencia de Francisco Pereña en las IV Jornadas sobre Intervención con grupos y equipos. Centro Universitario La Salle. 25 de octubre de 2019 (se puede leer el texto base en esta web y ver la conferencia en Youtube)
[2]Cómo pensar una clínica del sujeto (2019). Francisco Pereña. Editorial Síntesis